jueves, 9 de junio de 2011

Me apeteces tú.

-Me apetece tumbarme sobre ti, besarte y permanecer así un rato, o toda la vida si pudiéramos. Intercalando besos y palabras. Y suspiros. Y silencios. Sintiéndote conmigo. Me apetece cogerte de las manos y jugar con ellas mientras te hablo y me rio. O te hago reír a ti. Me apetece hacerte rabiar, que me llames tontita. Y que luego sea yo la que te llame tontito a ti. Me apetece preguntarte cuanto me quieres aunque me lo repitas continuamente. Y decirte que yo te quiero más. Me apetece chuparte y morderte. Ponerte nervioso. Tocarte. Llenarme de ti. Bañarnos juntos y volverlo a hacer. Quiero abrazarte y pensar en ese momento, que nunca te soltaré. Ni que tú me soltarás. Porque siempre estaré abrazándote. Con mis palabras. O con mis brazos. Pero siempre cogida a ti. Para no dejarte escapar. Me apetece también escuchar tu corazón y acariciarte mientras cierro los ojos. Me apetece llorar de felicidad. Me apetece mirarte a los ojos y decirte que te amo. Me apeteces tú. Y cuando digo eso, también incluye todo lo anterior.
 
-¿Nunca habéis sentido ese deseo intenso de besar, ese deseo de comerte a besos a alguien? ¿De amar con locura hasta que la piel se consuma? Yo sí, día tras día, siento ansias locas de besarte, de acariciarte, deseos de amarte y que todo se caiga a nuestro alrededor, de que en el mismo instante en que tus labios rocen los míos todo lo demás explote y arda de amor como nuestro interior. Que el mundo se derrumbe mientras tú y yo nos miramos, que no haya tiempo ni lugar, que seamos tú y yo y nada más. Siento que deseo encontrarte y volver junto a tí, amarnos con locura, con esa locura que solo se siente cuando amas.


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